¿POR QUÉ MÚSICA? - PARTE TRES: Música y Diplomacia
"Por cada palabra que nos deja sordos entre nosotros, siempre hay una letra conectando los oídos y corazones de todos los continentes que se encuentran en rima.” – Sarah Jones
Judith era una hermosa niña sudanesa de dieciséis años viviendo en Portland, Maine. Cuando era más pequeña y se encontraba en los brazos de su madre embarazada, escapó de los horrores de su patria devastada por la guerra. Nunca olvidaré aquel domingo cuando Judith compartió sus sueños de tener un mundo pacífico, y de ella cantando como miembro orgullosa de Pichintu, un coro de niñas multicultural compuesto de treinta y cinco chicas adolescentes (la mayoría huérfanas adoptadas y refugiadas) de diecisiete países diferentes. Grabé al grupo como parte de una campaña para el Reportero Especial de Naciones Unidas sobre la discapacidad, con el fin de crear más conciencia sobre el efecto de las armas de guerra y el incremento de población con discapacidad en el Medio Oriente. Colaborando con uno de los principales artistas árabes de hip hop, y un maestro de ceremonia musical de Líbano llamado Rayess Bek, hemos creado una canción bilingüe y video musical llamado "Just Like You".
Nuestra meta colectiva era llegar a millones de jóvenes a través de varios países árabes, y ayudar a romper algunos de los estereotipos y malentendidos que con frecuencia conducen a la violencia innecesaria y división cultural. Teníamos la esperanza de que si la gente de diferentes culturas podía mirar al otro a través de los ojos de sus hijos, y reconocer estas cualidades en todos los niños del mundo, la compasión mutua aumentaría, eliminando la idea que tenemos del otro sobre enemigo.
Después de la grabación de una entrevista en televisión, el presentador del programa me hizo esta pregunta: "¿En una región forjada con un historial de tanta guerra y odio, será que una canción pueda realmente hacer una diferencia?"
Mi respuesta fue: "Si la música no puede hacer una diferencia, yo no sé lo que pueda". La verdad es que ha habido innumerables casos donde la música ha ayudado a cultivar relaciones más empáticas entre culturas, comunidades sociales y divisiones políticas. Ya sea el Departamento de Estado de EE.UU enviando al extranjero músicos de jazz durante la Guerra Fría para contrarrestar la propaganda soviética sobre la vida en Estados Unidos, Michael Jackson y otras estrellas del pop uniendo a África con "We Are The World", o músicos de todo el mundo tocando un tema de Bob Marley a través de Playing For Change. La música tiene el poder de construir puentes y despertar los corazones de la gente cuando nada más puede hacerlo. Cuando se trata de el poder de una canción para llevar un mensaje profundo en los corazones y las mentes de la humanidad, me dirijo de nuevo a las palabras del autor y ministro Henry Giles: "Una canción hace olvidar todo sermón en la memoria".
El coro de Judith era mucho más que una reunión de adolescentes creando música para divertirse. Con jóvenes de 17 países - cada una con una historia diferente de trauma, separación y aislamiento; cada una de diferentes creencias culturales, idiomas y tradiciones - uniendo las manos, corazones y voces para trabajar juntas en armonía; una validación real de cómo la música puede unir y transformarnos.
Me acordé del poder que tiene la música como fuerza unificadora durante un evento reciente en el Kennedy Center en Washington, DC. El Instituto de Thelonious Monk llevó a cabo la gala "Las mujeres, música y diplomacia", en honor a la primera mujer Secretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright. Se reunió a varios diplomáticos y líderes politicos, a más de una docena de leyendas del jazz (incluyendo a Herbie Hancock, Wayne Shorter y Jimmy Heath) e íconos pop (incluyendo la reina del soul Aretha Franklin) para celebrar el papel fundamental de la música y mujeres en las relaciones diplomáticas alrededor del mundo.
Al igual que las diplomáticas adolescentes del coro, la vida de la señora Albright cambió para siempre cuando, a la edad de 12 años, los nazis invadieron su ciudad natal de Checoslovaquia. Más tarde, nombrado por el presidente Bill Clinton ante las Naciones Unidas y la Secretaria de Estado, ella habló de cómo la música era a menudo la clave para romper el hielo en las relaciones diplomáticas. A modo de ejemplo, compartió la historia cuando se reunió el presidente checo, Vaclav Havel, un antiguo disidente, junto con Clinton en un club de jazz en Praga, donde Havel le otorgó un saxofón como regalo al presidente. Clinton interpretó "My Funny Valentine" en su saxofón nuevo y Havel acompañándolo con maracas.
Durante el evento en Kennedy Center, la secretaria Albright ocupó su lugar detrás de la batería, mientras que Chris Botti y George Duke realizaron una conmovedora interpretación del aria de Puccini "Nessun Dorma".
Muchos de los líderes más memorables y eficaces del cambio social, así como los defensores que buscan mejorar las relaciones humanas y condiciones para los que no tienen voz, eran y siguen siendo artistas musicales. Los embajadores musicales juegan un papel clave en mantener el mundo en su trayecto, incluso en los momentos más turbulentos. ¿Se imagina lo que sería el mundo sin la música y la presencia de artistas como Bob Marley, Fela Kuti o John Lennon?
¿Se imagina su propia vida - encontrar su paz mental, celebrar el tiempo con otras personas, o conectarse con el mundo que le rodea - sin música? Más que una gran herramienta para la diplomacia, la música es el tejido conectivo en el corazón de la humanidad.